sábado, 12 de mayo de 2007

El paraiso infernal



Sin duda después de esto nunca más volveré a escribir, porque lo que ahora narrare es lo único interesante que me ha pasado en la vida, una vida marcada a fuego por la rutina, que según dicen es la tragedia del hombre moderno. Dudo que vuelva a escribir porque, me parece que en estas líneas diré todo lo que tengo que decir sobre la vida, y uno sólo escribe cuando tiene algo interesante que decir sobre ella; como Rulfo o como Salinger. La historia que ahora narrare es una historia de amor, una historia sobre una mujer preciosa a la que nunca bese, a la que nunca toque, con la que solo unas cuantas palabras pude intercambiar, pero que me perturbo como se que nunca otra lo hará. La conocí un día en la hora de colación entre las dos y las tres de la tarde, yo soy contador y trabajo en la oficina de otro contador; más viejo y con más plata. En fin, la conocí en la hora de almuerzo, en esos sesenta minutos en que soy libre, el día tiene ochenta y seis mil cuatrocientos segundos, de los cuales yo sólo soy feliz tres mil seiscientos, perdón que utilice tantas cifras, pero como soy contador los números le dan precisión a mi narración y es el leguaje que mejor domino. Como iba diciendo la conocí en la hora de almuerzo, sesenta minutos del día en los que me siento a comer un par de completos en la plaza de armas, un área verde de santiago. Un pulmón de esta ciudad, el problema es que si convertimos las más de cinco mil micros que circulan por ella diariamente en cigarrillos, nos daríamos cuenta de que más que un área verde, la plaza de armas ha de parecerse más a un pulmón de un buen fumador. En fin como iba diciendo la conocí un día en la plaza de armas en la hora de almuerzo, hora en la que aprovecho de comer un par de completos, de esos que venden en el un portal lleno de fuentes de soda en la calle faustino, mientras leo algún libro. Siempre quise ser escritor, me gustaba mucho leer cuando iba en la media, a pesar de que a veces no tengo ni puta idea de lo que estoy leyendo, pero igual leía. Incluso leí la Divina Comedia; me gustó mucho el infierno y el paraíso, no así el purgatorio, lo encontré un poco fantástico. Cuando egrese de cuarto medio quería estudiar literatura, pero como en esta vida importa más la plata con la que compras el pan que ser feliz, termine estudiando para contador, pensé que podía ganar dinero y escribir al mismo tiempo, e incluso llegue a pensar que a través de los números podía articular un nuevo lenguaje literario. Pero un contador joven de familia pobre y sin amistades influyentes trabaja muchas horas y gana poco. Después me di cuenta que cometí un error, porque los hijos de puta que quieren ganar dinero y escribir siempre estudian Derecho. Pero bueno; el asunto es que la conocí un día en la bendita hora de colación mientras leía a Salinger. Yo estaba sentado en una banca que esta enfrente de la catedral de Santiago, y al lado de los famosos, putos y repugnantes baños de plaza de armas. Ella pasó enfrente mío y el impacto fue inmediato; su piel era blanca y tersa, en realidad de un color pálido enfermizo, a pesar de ello generaba una sensación de suavidad indescriptible, sus ojos eran oscuros y su pelo muy negro y largo, hasta la espalda con partidura en medio, era muy flaquita, pero no muy alta, al ojo creo que un metro sesenta y cinco. El asunto es que me la quede mirando como weon cuando paso enfrente mió, y de paso manche mi libro con ketchup. No sé, senti algo muy fuerte al verla, como el mamonazo de Dante en la vida nueva, ese libro lo leí después de la Divina comedia, pensé que iba a ser parecido y no entendí mucho, la imagen que me quedo de Beatriz era como la de un robot, como que tiraba rayos de colores por los ojos, al final lo único que me gusto de ese libro era un solo verso, ese en que Dante adelanta lo que será la Divina Comedia, pero no recuerdo como era. No quise decir que Dante fuera un mamonazo, porque hay que tener agallas para bajar al infierno por una mujer, solo que en la vida nueva lo es, apenas veía a Beatriz se ponía de muerte. Volviendo a mi historia, días después supe que si se había percatado de mis miradas. Iba camino a mi banca de siempre entre la catedral (nunca he entrado en la catedral, no creo en esos mitos) y los baños y la vi hablando con un compañero de oficina (por el uniforme me di cuenta que era telefonista), un guatón un poco más bajo que ella, y como quien dice no perdía oportunidad de tirarle los corridos. En ese momento pase enfrente de ellos y ella me quedo mirando, y más aún me regalo una sonrisa, yo quede medio helado (nunca he tenido suerte con las mujeres) y no me la creí así que me di la vuelta y pase por el lado de ellos de nuevo y me volvió a mirar, de paso escuche que hablaban de un disco de , ahora que lo pienso lo único que supe de ella era su nombre y que le encantaba ese disco. A partir de ese día comenzó nuestra relación a distancia, en la que lo único que intercambiábamos eran miradas. Es raro en esta ciudad de mierda donde vivimos hacinados, donde te vienes apretado en la micro, en el metro; resulta que me enamoro de esta mina a la que solo observo. En fin, paso bastante tiempo, y siempre era lo mismo; nos mirábamos durante la colación siempre a cierta distancia, si llegábamos a pasar uno al lado del otro ni me miraba, igual ponía cara como de cordero degollado. El asunto es que me enamore de solo contemplarla de ver su sonrisa dibujarse todos los días, de observar su pelo negro que caía como la noche en esa espalda de nieve. Varias veces trate de acercarme de hablarle, cuando baja a esos baños asquerosos yo la esperaba en la salida, pero siempre salía hablando por celular, después aprendí que ese era un truco porque a través de un espejo veía que yo estaba afuera. Cuando me di cuenta sentí pena porque pensé que sentíamos lo mismo y sería bien recibido. Fue triste pero ella seguía mirándome, sonriéndome siempre a distancia, era un hombre enamorado, así que con un gesto mi entusiasmo volvió a crecer. Nunca intente hablarle cuando estaba con sus compañeros de trabajo, soy bastante tímido y siempre intentaba pillarla solita, pero rara vez podía; una vez se acerco a mi igual a cierta distancia, yo leía a Salinger y me miro y después se alejo a fumar bajo un árbol (fumaba como condenada, y siempre de unos muy fuertes, a veces cuatro o cinco en esa hora de almuerzo), entendí esa acción como una señal, como si entendiera que mientras estuviera con sus compañeras no volvería acercarme, me tomo tiempo hacerme el valor necesario para andar los doce pasos que nos separaban, mi corazón saltaba como loco, pero lo conseguí. Me daba la espalda, cuando me acerque ella estaba apagando el cigarro, disculpa le dije, como te llamas, Alba me dijo, podríamos conversar un rato, es que tengo que volver al trabajo, me dijo y se fue. Me dejo una sensación desagradable en el alma esas palabras, pero ya tenía un nombre que llenara mi cabeza y esas imágenes sonrientes y lucidas, un nombre que llenara la delgadez de esa silueta en que se me iban las noches de insomnio. Pero mi corazón enamorado no vio acercarse el final un día de invierno, y estaba decidido a hablarle de una vez por todas, ya no resistía el impulso, el deseo de tocarla, de abrazarla, de verter mis temblores y los golpeteos de mi corazón en sus labios. Ese día estaba hermosa, y fumaba como nunca, se había maquillado de un color pálido, y se había colocado unos aros redondos como de plata. Me miro, se acerco a mi mirándome fijamente a los ojos, como llamándome y se alejo como aquella vez del Árbol, ahora le hablaría y la invitaría a salir ,estaba tan decidido que no dude al pararme de mi lugar; la seguí y ella bajo nuevamente al baño. Esta vez la esperarla y le quitaría el celular si fuera necesario, tengo que besarla tengo que sentir el contacto de su piel, estaba temblando de emoción sabia que no se me escaparía. Me sente a esperarla y no salia, el tiempo paso, era la hora de entrar a trabajar pero yo no fui, ni ella tampoco, la tarde se apodero de la plaza de armas y ella aún no salía, oscureció y la Luna estaba llena pero la atravesó una nube y yo me acorde de Alba y su cabello cubriéndole la espalda, decidi entrar, descender al baño a buscarla, mucha gente habia entrado y salido pero ella no. Así que me hice del valor necesario y baje a ese puto baño que tanto odio a ese lugar con olor a mierda donde no podia creer que ella había entrado. Descendí escalón por escalón, cuando cruce la entrada después de bajar del último peldaño mire hacia atrás y la luna ya no estaba. Y el deseo de volver a ver esa palidez, de tocarla me dio el coraje para adentrarme en ese baño asqueroso y pútrido. Tuve que adaptar mi visión porque había como una bruma al interior y la única luz estaba al final, el lugar era un pasillo largo, a un lado estaban los retretes y al otro los lavatorios. Al rozar una pared con la espalda manche mi traje, y el olor que despedía me hizo tomar la desición de sacarme el vestón. Revise cada compartimiento, estaban totalmente rayados con conshaesumadres y endereza la cabeza gil culiao, o te daria robertito o Constanza y Paul love forever. Casi todas las tazas de baño estaban al tope y algunas con un agua de color imposible de determinar, pero que despedían un olor que te reventaba las fosas nasales. Al estar ahí no podía entender como Alba descendía todos los días. Al final del largo pasillo había un gran espejo de cuerpo entero muy sucio, apenas emitía un leve reflejo, me acerque y me di cuenta que reflejaba la salida y que desde hay Alba veía quien estaba afuera, obviamente la luz del día aumentaba la visibilidad del espejo, en él también alcance a divisar como las nubes terminaban de devorarse la Luna. Decidí salir de ahí, cuando comencé a subir la escalera miré hacía atrás, trate de observar el espejo del fondo y me di cuenta que desde ahí parecia una continuación del pasillo, pero yo sabía que no era así, que sólo era un espejo, nunca más volvi a saber nada del Alba.


6 comentarios:

Daniela C. dijo...

El final es lo que marca todo el cuento, es genial la intención que le das: la figura del espejo es el paradigma de la historia y parece que de las que vendrán.
buena cosa! sigue escribiendo que hace bien para la salud.
besos y abrazos!

Héctor Andrés Rojas dijo...

No puedo decir nada sobre el cuento que no haya dicho antes
me gusta como usas espacios simbólicos
y fue genial lo de los baños
alba era calva?


saludos, te agregaré mañana a mis link

y estamos a los post

Héctor

M. dijo...

Como llegué acá?

por siempre vendrá a mi la imagen de Samara...

mis comentarios te los hice en el taller, creo...

de tus historias todas bajan... habrá alguna donde el personaje tenda que subir?... de pronto podría ser una buena idea...

saludos pablo.

Morin.

Catalina García dijo...

me gusto mucho la historia, pero creo que tiene demasiadas disgresiones, lu cual me hace perder el hilo de la narracion.

saludos!



kt

Kerly Fuentes Mucherl dijo...

Estoy esperando otro cuento agradable!!!!!....lo demanda la gente !!!!, responde al mercado !...

t.a

Todo monos informacion dijo...

Gracias!